Datos personales

Mi foto
Quito; Bernal; Córdoba, Tunuyán; Barcelona; etc. (y todo otro lugar del mundo donde existan buenos vinos), Buenos Aires (Pcia. y Ciudad Autónoma); Córdoba (Argentina); Pichincha (Ecuador); Tunuyán (Mendoza);, Argentina
y además de enólogos, también al mismo tiempo psicologos, sommeliers, geólogos, licenciados y técnicos, de Argentina repartidos en el mundo

martes, 4 de octubre de 2011

El Torrontés

Si bien a la hora de elegir un vino la mayoría de los argentinos prefieren el tinto y en especial al Malbec, es una cepa blanca la que más nos identifica a nivel mundial. Hablamos del Torrontés, que se ganó el título de variedad emblemática porque además de poseer una expresión aromática única, es prácticamente exclusiva de nuestro país, por origen y cultivo.

Es también una de las cepas argentinas más cultivadas, con poco más de 12.000 hectáreas, distribuidas prácticamente en todas las regiones vitivinícolas argentinas, aunque conviene aclarar que en realidad bajo ese nombre coexisten tres variedades: el Torrontés Riojano, el Torrontés Sanjuanino y el Torrontés Mendocino, cada uno con características vitícolas y aptitudes enológicas propias.

El más cultivado, representando dos tercios del total cultivado, es el denominado "Riojano", con más de 8.000 ha. distribuidas en las provincias de Mendoza, La Rioja, San Juan, Salta, Catamarca y Córdoba. Esta supremacía respecto de los otros dos, es la que le permite detentar el privilegio de poder usar como nombre "Torrontés", así, a secas y sin segundo apellido aclaratorio. Por esta razón encontramos vinos blancos "Torrontés" provenientes de Salta, San Juan, Mendoza o Río Negro y también, por supuesto, de La Rioja, que son elaborados a partir de uvas “Torrontés Riojano”. De hecho la gran mayoría de los torronteses argentinos son de esta variedad, aunque muchas veces solo se las identifique con el primer nombre.

El adjetivo de "Riojano", que dio pie a más de una confusión habría surgido de que se le atribuyera erróneamente su origen en la región española de Rioja, (1). Equivocadamente, hasta no hace mucho tiempo y en no pocos lugares se lo conocía también como Moscato D"Asti o Malvasía.

El segundo en importancia es el Torrontés Sanjuanino, con poco más de 3.000 ha. la mayoría en San Juan (85%) y el resto en Mendoza, Río Negro y La Rioja. Alguna vez habría sido conocido en San Juan y también en Mendoza como Moscatel Romano y algunos autores lo relacionan con el Moscatel de Austria, una de las uvas cultivadas en Chile para base de Pisco. Hay apenas un par de etiquetas en el mercado, lo que no deja de ser una verdadera pena, ya que logra unas notas aromáticas sorprendentes, mucho más florales que el Riojano.

Por último tenemos el Torrontés Mendocino, mucho más moderado en sus aromas, con unas 750 ha., la mayoría en casi partes iguales en Mendoza y Río Negro (donde se la denomina también "Loca Blanca") y un poco en La Rioja. Conocida hasta no hace mucho como uva Chichera o Palet, su uso más frecuente es para el consumo en fresco y no posee la riqueza de aromas amoscatelados de las otras dos.

El origen del Torrontés hasta hace muy poco era poco claro y cargado de suposiciones. Gracias a los últimos estudios genéticos realizados se sabe que nació de cruzamientos, aparentemente espontáneos, entre esas cepas rústicas que trajeron los conquistadores españoles, la Moscatel y la Criolla Chica, entre otras (2). También gracias a ese estudio se sabe que el riojano y el sanjuanino están muy emparentados, mientras que el conocido como Torrontés Mendocino, tendría un origen un poco diferente. Este último podría tener alguna relación con la uva llamada Turruntés, Torrontel o Torontel, que se cultiva en Galicia y en Rioja, España (3).

Los viñedos de estas variedades, generalmente cultivados en parral, suelen ser de muy buen rendimiento por hectárea y se los reconoce fácilmente por sus bayas perfumadas y por generar un follaje típico, abundante, de hojas grandes, gruesas y algo contorsionadas, de un brillo algo apagado. También son grandes los racimos, de granos esféricos y dorados, que nos brindan vinos de color amarillo pálido, con leves tonos verdosos cuando es joven, que se destacan por la calidad y cantidad de aromas, donde se mezclan notas florales, frutales y herbáceas, siendo habituales los aromas a ruda, geranio, nuez moscada, miel, azahares, jazmines, y fundamentalmente los que recuerdan a la uva moscatel.

Ante tal impacto aromático, se contrapone un vino ligero, de acidez fresca y en general seco, con un final de boca levemente amargo que recuerda al pomelo amarillo. Por eso se dice que el torrontés asombra, seduce pero también desconcierta, no solo por sus riquezas aromáticas sino también por la potencia e intensidad con que las entrega, mostrando una extrema dulzura en nariz que no continúa en la boca. No es precisamente una variedad tímida, por eso muchas veces se dice: que "no se puede ser indiferente ante ella: o se la ama o se la odia".

Si bien fue uno de los primeros varietales del mercado argentino y generalmente se lo encuentra solo, autosuficiente en su exuberancia aromática, tiene un gran potencial en cortes con otras variedades. Potencial poco explorado, ya que salvo con el chardonnay es raro encontrarlo ensamblado con otras variedades. Personalmente quedé fascinado con un Torrontés - Sauvignon Blanc, donde este último aportaba una acidez fresca y delicada, que hacia al blend peligrosamente fácil y agradable de beber. Otra interesante experiencia, que se realizó allá por el 2004 en La Rioja, donde se elaboró para el mercado inglés un corte muy particular entre Syrah y Torrontés, que daba lugar tinto liviano muy aromático, y también, muy fácil de beber, sin culpas ni prejuicios. Otro enorme potencial que ya se están aprovechando algunas bodegas es en la elaboración de dulces naturales, frizantes y cosechas tardías. Entre estos últimos se destaca el ensamble con el Viognier, que logra una deliciosa sumatoria de aromas de frutas tropicales y de carozo.

Buscar el maridaje perfecto también es una experiencia deliciosa. El tradicional torrontés tiene un contrapunto muy original entre el carácter un poco rústico en boca, por lo seco y el leve dejo amargo al final y los abundantes aromas en boca que recuerdan a frutas dulces. En su cuna, en el noroeste argentino donde se encuentra la gastronomía más latinoamericana y más picante de Argentina, acompañó desde siempre empanadas, tamales, locros, humitas y quesos de cabra. Hoy se lo degusta con éxito acompañando platos que no son típicos de la zona, como pescados, sushi y mariscos.

Podríamos decir que el Torrontés es casi una metáfora de la vitivinicultura argentina, que hace unos años parecía haber llegado a un techo, pero hoy no deja de asombrarnos con su cambio, evolución y crecimiento. Los nuevos Torronteses que se van creando, tienen el mismo carácter de siempre, pero son más delicados, complejos y deliciosos, nacidos de la conjunción una materia prima noble y bien criolla y el esfuerzo de agrónomos y enólogos que no dejan de buscar nuevos caminos para lograr originales excelencias, ensayando su uso como base de espumante, en vinos gasificados dulces y o como cosechas tardías, que se muestran ideales como aperitivos o vinos de postre, todo un mundo por descubrir y saborear.

Luis Fontana

Notas:

(1) En una reciente investigación (2010), publicada hace unos meses en la Revista Mundo Agrario del Centro de Estudios Histórico Rurales de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, titulado "Variedades de uva en Chile y Argentina (1550-1850). Genealogía del Torrontés", aporta la mirada del historiador en la búsqueda del origen del Torrontés. El investigador argentino Pablo Lacoste, conjuntamente con otros nueve chilenos, realizaron un novedoso y más que interesante trabajo de investigación sobre esta variedad, examinando las variedades cultivadas en la región a partir de documentos originales inéditos, sobre todo de fondos notariales y judiciales de archivos de Santiago, Mendoza y San Juan. Sobre esta base se conformó un corpus documental de 3,5 millones de datos de plantas, con vistas a identificar el proceso de ingreso, adaptación y propagación de las variedades de vid, desde la llegada de los españoles hasta el ingreso de las cepas francesas a mediados del siglo XIX. Prestando una particular atención al inicio de la coexistencia entre la uva llamada “Criolla Chica” en Argentina y “País” en Chile y la uva Moscatel de Alejandría, también conocida como “Italia”. Esta situación de coexistencia fue la que generó las condiciones para el nacimiento del Torrontés, única variedad criolla de alto valor enológico y actual cepa emblemática de los vinos blancos argentinos. De este trabajo, que se puede consultar en: http://www.scielo.org.ar/pdf/magr/v10n20/v10n20a07.pdf también se desprende que, dado que la primera referencia histórica del Torrontés como una variedad nueva se hace en la provincia de Mendoza, por Damián Hudson en 1867 ("La viticultura en Cuyo", Anales de la Sociedad Rural Argentina, Nº 15, Buenos Aires), y que en esa provincia se encontraba la mayor densidad y cantidad de viñedos de las plantas progenitoras, es muy probable que el cruzamiento accidental entre la Criolla Chica y la Moscatel de Alejandría, origen del Torrontés, se haya producido en esa provincia cuyana y no en La Rioja, Argentina o en Rioja, España.

(2) En una investigación del 2003 se determinó mediante estudios de ADN que los Torrontés, Riojano, Sanjuanino y Mendocino son variedades diferentes, lo mismo que el Moscatel amarillo, una variedad argentina similar al Torrontés Riojano. En este trabajo, realizado por la investigadora estadounidense Carole Meredith, que antes participó en trabajos similares sobre el origen del merlot y del syrah, junto con Cecilia Agüero y Gerald Dangl de la y de la Universidad Davis de California, y José Rodríguez y Liliana Martínez de la Universidad Nacional de Cuyo, determinaron con un altísimo grado de probabilidad que el Torrontés Riojano, Torrontés Sanjuanino y Moscatel Amarillo provienen de un cruzamiento natural de Moscatel de Alejandría y Criolla Chica, y que Torrontés Mendocino es también descendiente del Moscatel de Alejandría y otra variedad aún no identificada. Tanto la Criolla Chica como la Moscatel de Alejandría se cultivaron desde tiempos de la conquista española. El Moscatel de Alejandría es una uva blanca aromática conocida desde la antigüedad en toda la cuenca del Mediterráneo, su amplia difusión permitió que participara en cruzamientos intervarietales en el viejo mundo, sobretodo en tiempos pre-filoxéricos donde no era una práctica extraña la multiplicación de vides a partir de semillas. La Criolla Chica en tanto, tendría su origen en el Listán Negro cultivado en las islas Canarias, y de allí se habría introducido a las Américas.

(3) La etimología de estos nombres es muy interesante, procedería de la voz lusitana “terrantés” que significa “propia del país” o “propia de la tierra”, que al pasar al castellano se confunde con la expresión “torrontero” (montón de tierra), dado lugar finalmente a “torrontés”.

1 comentario:

  1. Para actualizarse un poco:

    http://www.observatoriova.com/informes/gacetillas/torrontes-2013.pdf

    http://www.diariouno.com.ar/economia/El-vino-Torrontes-se-afianza-como-el-principal-blanco-argentino--20130614-0106.html

    ResponderEliminar