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Quito; Bernal; Córdoba, Tunuyán; Barcelona; etc. (y todo otro lugar del mundo donde existan buenos vinos), Buenos Aires (Pcia. y Ciudad Autónoma); Córdoba (Argentina); Pichincha (Ecuador); Tunuyán (Mendoza);, Argentina
y además de enólogos, también al mismo tiempo psicologos, sommeliers, geólogos, licenciados y técnicos, de Argentina repartidos en el mundo

miércoles, 26 de mayo de 2010

Colores

La observación visual de un vino nos brinda una imprescindible información de su estado. Primero se debe tomar la copa, inclinarla levemente contra una superficie blanca y observar aspecto, color, tonalidades y la transparencia. Un buen vino se verá transparente y límpido, y las tonalidades e intensidad del color nos hablarán de crianzas o juventudes y de variedades o estilos.

Un vino que se observe muy fluido y con un leve desprendimiento de pequeñas burbujas al agitarlo nos indica que es liviano, tal vez también joven. Si en cambio se lo percibe espeso y denso, nos encontramos con un vino “encorpado”, tal vez más alcohólico. Cuando agito la copa, el vino besa el cristal y cae deslizándose por las paredes, conformando las “lágrimas”, “columnas”, “piernas” o estrías del vino. Estas huellas que deja retornar al fondo de la copa, nos dan una idea del cuerpo del vino y de su fuerza alcohólica. Serán más lentas en su caída, más anchas y más numerosas, cuanto más cuerpo y alcohol tenga el vino.

Si un tinto se ve oscuro, y presenta en el borde de la copa un borde granate o violáceo, se trataría de un vino joven. Si en cambio se lo ve algo más claro con un borde parecido al color del ladrillo, se trataría de un vino más viejo, tal vez criado en envases de madera.

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