En mi mano, una copa de vino...
recuerdo el color de tus labios al contemplar con mis ojos el matiz que refleja esta copa iluminada tras la luz tenue que diviso a lo lejos...
vislumbro tonos violáceos y purpúreos que me indican la juventud del vino, como el violáceo de tus labios que reflejan la entonación violeta de tu espíritu.
Acerco la copa hacia mí, y percibo las fragancias de especias de Oriente, frutos secos y madera a cedro libanés, con un dejo a uva fresca y viva, como los aromas volátiles y fugaces de tu piel que subyacen la esencia embriagadora de tu alma que cautiva mis sentidos.
En silencio comienzo a degustar la textura del vino, mientras una sensación de terciopelo deleita mi paladar; es como sentir el fragante elixir de tus besos que cautivan mis labios y que recorren mi cuerpo con la vibración que deja el sabor de tu espíritu seductor.
Por último, la contemplación casi infinita de la liturgia del vino: La armonía entre color, aromas y sabor que encierra esta copa, conmemoran la armonía tras la integridad de tu espíritu reflejada en tus besos que mis labios no han besado...
pero que mi alma ya ha probado...
Lorena Assi Sarquis
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