En varias de ellas, junto al campamento abandonado, se pueden encontrar vides, higueras, almendros y durazneros. Se dice que seguro que los mineros que trabajaron allí eran de San Juan, que cuando volvían de visitar a la familia se traían alguna estaca, alguna semilla, para plantar cerca de su trabajo.
Muchos años después ya no hay cuarzo, mica o calizas por extraer y la naturaleza lentamente va borrando las huellas del trabajo del hombre, pero las marcas dejadas por esos mineros sanjuaninos brotan todas las primaveras y brindan generosamente sus frutos a los que viajan por las sierras.
