La expresión "No se puede recordar lo que no se conoció previamente" no por trillada es menos válida y nos remite al origen de la palabra "reconocer" que es, valga la redundancia, "re-conocer".
Solo hay que prestar atención, nuestros sentidos perciben un estímulo y nuestro cerebro lo interpreta, buscando en la memoria. Si lo habíamos conocido previamente, aparece el recuerdo, si en cambio es nuevo, nuestra mente busca similitudes.
La vida cotidiana nos brinda infinitas oportunidades para ejercitar este sentido: flores, frutas, especias y otros alimentos poseen aromas que podemos encontrar en los vinos.
En este sentido los set de descriptores aromáticos del vino nos prestan una ayuda fantástica. Con ellos uno se puede entrenar jugando, uniendo la didáctica con el entretenimiento, y son utilizados tanto por principantes aficionados como por profesionales.
Mientras lloren las viñas, yo beberé sus lagrimas... (Domingo Martinez Lujan)
Datos personales
- Enobaires
- Quito; Bernal; Córdoba, Tunuyán; Barcelona; etc. (y todo otro lugar del mundo donde existan buenos vinos), Buenos Aires (Pcia. y Ciudad Autónoma); Córdoba (Argentina); Pichincha (Ecuador); Tunuyán (Mendoza);, Argentina
- y además de enólogos, también al mismo tiempo psicologos, sommeliers, geólogos, licenciados y técnicos, de Argentina repartidos en el mundo
martes, 28 de septiembre de 2010
jueves, 23 de septiembre de 2010
Brindis
He aquí dos rosas frescas, mojadas de rocio una blanca, otra roja, como tu amor y el mio
y he aquí que, lentamente las dos rosas deshojo
la roja , en vino blanco, la blanca , en vino rojo .
Al beber, gota a gota, los petalos flotantes
me rozaran los labios, como labios de amante,
y en su llama o su nieve de idéntico destino,
seran como fantasmas de besos en el vino.
Ahora elige tu, amiga, cual ha de ser tu vaso,
si este que es como un alba , o aquel como un ocaso.
No me preguntes nada, yo se bien que es mejor
embriagarse de vino que embriagarse de amor.
Y asi mientras tu bebes, sonriendome -asi
yo sin que tu lo sepas, me embriagaré de ti .
José Angel Buesa (poeta cubano, 1910-1982)
y he aquí que, lentamente las dos rosas deshojo
la roja , en vino blanco, la blanca , en vino rojo .
Al beber, gota a gota, los petalos flotantes
me rozaran los labios, como labios de amante,
y en su llama o su nieve de idéntico destino,
seran como fantasmas de besos en el vino.
Ahora elige tu, amiga, cual ha de ser tu vaso,
si este que es como un alba , o aquel como un ocaso.
No me preguntes nada, yo se bien que es mejor
embriagarse de vino que embriagarse de amor.
Y asi mientras tu bebes, sonriendome -asi
yo sin que tu lo sepas, me embriagaré de ti .
José Angel Buesa (poeta cubano, 1910-1982)
viernes, 17 de septiembre de 2010
Loa al vino
¿Por qué vendes tu vino mercader?
¿Qué pueden darte a cambio de tu vino?
¿Dinero?... ¿Y qué puede darte el dinero?
¿Poder?...¿Pues no eres el dueño del mundo
cuando tienes en tu mano una copa?
¿Riqueza?... ¿Hay alguien más rico que tú,
que en tu copa tienes oro,
rubíes, perlas y sueños?...
¿Amor?... ¿No sientes arder la sangre en
tus venas cuando la copa besa tus labios?,
¿No son los besos del vino tan dulces como
los más ardorosos de la hurí?
Pues si todo lo tienes en el vino, dime
Mercader, ¿por qué lo vendes?
Poeta, porque haciendo llegar a todos
mi vino, doy poder, riqueza, sueños, amor...,
porque cuando estrechas en tus brazos a la
amada me recuerdas; porque cuando quieres
desear felicidad al amigo, levantas tu copa;
porque Dios cuando bendijo el agua
la transformó en vino, y porque cuando bendijo
el vino se transformó en sangre...
Si te ofrezco mi vino..., poeta,
¡no me llames mercader!
Omar Khayyam (o Jayyam, 1048-1122)
¿Qué pueden darte a cambio de tu vino?
¿Dinero?... ¿Y qué puede darte el dinero?
¿Poder?...¿Pues no eres el dueño del mundo
cuando tienes en tu mano una copa?
¿Riqueza?... ¿Hay alguien más rico que tú,
que en tu copa tienes oro,
rubíes, perlas y sueños?...
¿Amor?... ¿No sientes arder la sangre en
tus venas cuando la copa besa tus labios?,
¿No son los besos del vino tan dulces como
los más ardorosos de la hurí?
Pues si todo lo tienes en el vino, dime
Mercader, ¿por qué lo vendes?
Poeta, porque haciendo llegar a todos
mi vino, doy poder, riqueza, sueños, amor...,
porque cuando estrechas en tus brazos a la
amada me recuerdas; porque cuando quieres
desear felicidad al amigo, levantas tu copa;
porque Dios cuando bendijo el agua
la transformó en vino, y porque cuando bendijo
el vino se transformó en sangre...
Si te ofrezco mi vino..., poeta,
¡no me llames mercader!
Omar Khayyam (o Jayyam, 1048-1122)
martes, 14 de septiembre de 2010
A Baco
Vi a Baco, sí (generación futura,
tú lo creerás), que en ásperas guaridas
cánticos a las ninfas enseñaba;
por la densa espesura
sus orejas erguidas
el caprípede sátiro mostraba.
¡Evah! aún tiemblo del pavor reciente;
mas temblando palpita complacido
mi corazón, que el Dios ha subyugado.
Piedad, Baco potente,
piedad, ya estoy rendido;
temible, ¡oh tú!, del grave tirso armado.
¡Ah! Puedo ya las tiadas salaces
cantar, del vino la escondida fuente,
la dulce leche en abundosos ríos,
y las mieles fugaces,
que el tronco refulgente
destiló de sus cóncavos vacíos.
Cantaré de tu esposa afortunada
la corona nupcial, que lucir veo,
gloria añadida a la mansión divina;
y a tu voz asolada
la casa de Penteo,
y del tracio Licurgo la ruina.
Tú el golfo, tú las bárbaras riberas
domaste; tú beodo en apartadas
cumbres de las bistónides sañudas
las densas cabelleras,
al hombro derramadas,
con inocentes víboras anudas.
Tú, cuando por montañas eminentes
el bando de terrígenas impío
el Olimpo escaló, de garra armado
y de leoninos dientes,
en el Cocito umbrío
a Reco el fiero derribaste osado.
Aunque no de guerrero esclarecido
renombre hubieses, Dios de los placeres,
de la festiva danza y los solaces,
no en combates temido;
mas tú, glorioso, eres
árbitro de la guerra y de las paces.
De áurea punta la frente coronando
te vio el Cerbero en la tartárea roca;
muere el ladrido en su feroz garganta,
y manso coleando
con la trilingüe boca
halagó al irte tu divina planta.
poema de Don Alberto Lista (Sevilla 1775-1848)
tú lo creerás), que en ásperas guaridas
cánticos a las ninfas enseñaba;
por la densa espesura
sus orejas erguidas
el caprípede sátiro mostraba.
¡Evah! aún tiemblo del pavor reciente;
mas temblando palpita complacido
mi corazón, que el Dios ha subyugado.
Piedad, Baco potente,
piedad, ya estoy rendido;
temible, ¡oh tú!, del grave tirso armado.
¡Ah! Puedo ya las tiadas salaces
cantar, del vino la escondida fuente,
la dulce leche en abundosos ríos,
y las mieles fugaces,
que el tronco refulgente
destiló de sus cóncavos vacíos.
Cantaré de tu esposa afortunada
la corona nupcial, que lucir veo,
gloria añadida a la mansión divina;
y a tu voz asolada
la casa de Penteo,
y del tracio Licurgo la ruina.
Tú el golfo, tú las bárbaras riberas
domaste; tú beodo en apartadas
cumbres de las bistónides sañudas
las densas cabelleras,
al hombro derramadas,
con inocentes víboras anudas.
Tú, cuando por montañas eminentes
el bando de terrígenas impío
el Olimpo escaló, de garra armado
y de leoninos dientes,
en el Cocito umbrío
a Reco el fiero derribaste osado.
Aunque no de guerrero esclarecido
renombre hubieses, Dios de los placeres,
de la festiva danza y los solaces,
no en combates temido;
mas tú, glorioso, eres
árbitro de la guerra y de las paces.
De áurea punta la frente coronando
te vio el Cerbero en la tartárea roca;
muere el ladrido en su feroz garganta,
y manso coleando
con la trilingüe boca
halagó al irte tu divina planta.
poema de Don Alberto Lista (Sevilla 1775-1848)
martes, 7 de septiembre de 2010
Poema del Vino
POEMA DEL VINO
Silencioso en el umbral de todas las puertas
el ángel rojo del vino espera.
Y espera al principio de todos los caminos,
en las más perdidas calles de lejanas ciudades,
en todos los trenes tomados de improviso,
bajo todas las viejas lunas cantadas
por los viejos poetas, con una copa en la mano.
Espera,
con la llave de las casas donde aun no hemos
llegado
y que siempre esperamos ver abrirse.
Tras el oleaje manso de las colinas en invierno
el ángel del vino vela el sueño
de las cunas verdes de las vides que el viento mece.
Y cuando lo encierran bajo tierra
su sueño de resurrección
llena la copa que alzaremos en la Fiesta
y se une al nuestro.
Y de nuevo es verano en el mundo y aparece el noble tiempo
de los pájaros contemplados por los solitarios
en las cantinas de las aldeas
y los vagabundos y los desterrados
pueden leer la escritura de las nubes y los árboles.
Porque han vuelto los antiguos cortejos de los
alegres dioses,
y para nosotros vuelve el día
donde la primera copa de vino llegó a nuestros labios
junto a los alimentos ofrecidos por padres y amigos
y extendidos sobre la florida mesa de la tierra
a quien bendecía la clara mirada del vino.
Jorge Teillier (Chile, 1935 - 1996).
Silencioso en el umbral de todas las puertas
el ángel rojo del vino espera.
Y espera al principio de todos los caminos,
en las más perdidas calles de lejanas ciudades,
en todos los trenes tomados de improviso,
bajo todas las viejas lunas cantadas
por los viejos poetas, con una copa en la mano.
Espera,
con la llave de las casas donde aun no hemos
llegado
y que siempre esperamos ver abrirse.
Tras el oleaje manso de las colinas en invierno
el ángel del vino vela el sueño
de las cunas verdes de las vides que el viento mece.
Y cuando lo encierran bajo tierra
su sueño de resurrección
llena la copa que alzaremos en la Fiesta
y se une al nuestro.
Y de nuevo es verano en el mundo y aparece el noble tiempo
de los pájaros contemplados por los solitarios
en las cantinas de las aldeas
y los vagabundos y los desterrados
pueden leer la escritura de las nubes y los árboles.
Porque han vuelto los antiguos cortejos de los
alegres dioses,
y para nosotros vuelve el día
donde la primera copa de vino llegó a nuestros labios
junto a los alimentos ofrecidos por padres y amigos
y extendidos sobre la florida mesa de la tierra
a quien bendecía la clara mirada del vino.
Jorge Teillier (Chile, 1935 - 1996).
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