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Quito; Bernal; Córdoba, Tunuyán; Barcelona; etc. (y todo otro lugar del mundo donde existan buenos vinos), Buenos Aires (Pcia. y Ciudad Autónoma); Córdoba (Argentina); Pichincha (Ecuador); Tunuyán (Mendoza);, Argentina
y además de enólogos, también al mismo tiempo psicologos, sommeliers, geólogos, licenciados y técnicos, de Argentina repartidos en el mundo

lunes, 12 de septiembre de 2022

Criolla Chica en Argentina

 La variedad española Listán Prieto conocida como Criolla Chica en Argentina, Mission en California, Uva País en Chile, Negra Corriente en Perú o Misionera en Bolivia, fue junto con la Moscatel de Alejandría las primeras variedades de Vitis vinífera que llegaron a América en los comienzos del Siglo XVI. 

Los nombres Mission, Misión o Misionera son muy obvios, indicando que su llegada al Nuevo Mundo fue de mano de misioneros que necesitaban, en tiempos que el comercio interoceánico era muy lento y poco seguro, de uvas para hacer vino para la eucaristía.

Hasta que a mediados del Siglo XIX, en que empezaron a desembarcar las variedades "clásicas" francesas primero y otras italianas, españolas y alemanas de mano de los inmigrantes europeos después, la Criolla Chica y la Moscatel reinaron en esta parte del mundo. Tres siglos más que suficientes para que se cruzaran entre sí dando una muy productiva descencencia: Torronteses (Riojano, Sanjuanino y Mendocino), Criolla Grande, Cereza, Pedro Giménez, entre otras y solo por nombrar las más difundidas del conjunto de vides que se denominan "Criollas".

La llegada de esas variedades francesas "mas finas" no solo marcó el fin del monopolio del encepado criollo, también,  lentamente, comenzó a perder protagonismo y superficie, quedando hoy apenas poco más de 300 hectáreas en Argentina. Afortunadamente nuevos vientos soplan en el mundo del vino y las criollas son miradas y tratadas de otra manera, siendo cada vez más habitual cruzarse con etiquetas de esta variedad, algo totalmente inimaginable en el Siglo XX. Por eso muchos pensamos que esas 300 hectáreas de hoy son un piso desde el cual la Criolla Chica volverá a crecer, no llegando a los niveles que supo tener el pasado, pero tampoco cayendo a un injusto olvido. 

Esta es la realidad en el 2022 de la Criolla Chica en Argentina:





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